10. Los colegios jesuitas están comprometidos con el aprendizaje de por vida

  1. Volvemos una vez más al corazón de la espiritualidad ignaciana. Nuestra mejor fuente de esperanza y ánimo: encontrar a Dios en todas las cosas. ¿Qué significa esto?
  2. Significa experimentar el núcleo expansivo generativo de admiración, esperanza, alegría, gozo, compasión, relación, en todas partes, con todos, en todo. Allí encontramos a Dios. Muchos han experimentado tal admiración cuando eran muy jóvenes, como es el despertar a la creación por primera vez.
  3. Nuestra labor como educadores, es refrescar y profundizar nuestra espiritualidad, de manera que seamos capaces, como lo dice Jesús, de entrar en el reinado de Dios como “uno de estos pequeños”. Es necesario que nos comprometamos con prácticas espirituales que confirmen que esta experiencia expansiva, este núcleo de admiración, sea la vía para encontrar a Dios. Esto puede tener un efecto destacado en la enseñanza. Puede animar a nuestros estudiantes y graduados, que se forman a nuestro estilo, a comprometerse intensamente con el mundo, a nunca perder su curiosidad, su creatividad, su gusto por descubrir, su confianza, su relación, su compasión por todo lo que existe.
  4. Conocemos la famosa cita atribuida al P. Pedro Arrupe que expresa lo que significa “encontrar a Dios”:
  5. Nada es más práctico que encontrar a Dios; que amarlo de un modo absoluto, y hasta el final.
  6. Aquello de lo que estés enamorado, y arrebate tu imaginación, lo afectará todo.
  7. Determinará lo que te haga levantar por la mañana y lo que hagas con tus atardeceres; cómo pases los fines de semana, lo que leas y a quien conozcas; lo que te rompa el corazón y lo que te llene de asombro con alegría y agradecimiento.
  8. Enamórate, permanece enamorado, y eso lo decidirá todo.
  9. Nuestros colegios deben ofrecer oportunidades, dentro y fuera del aula, para que los estudiantes experimenten un mundo como éste: del que se enamoren.
  10. Nuestros colegios deben ofrecer oportunidades que desarrollen la espiritualidad reflexiva que continuamente busque encontrar a Dios. Es una espiritualidad que tiene la fuerza para crecer en la medida en que nuestros estudiantes crecen: de hacerse más compleja mientras se hacen más complejos; tal espiritualidad maduradora puede acompañarlos por el resto de sus vidas.
  11. Desde el principio, la labor de la educación jesuita ha sido guiar a los estudiantes hacia una espiritualidad más profunda, y en su vida diaria, a recurrir al proceso de discernimiento. Aprender a escuchar y a aceptar los dones y talentos únicos, preguntas y ansiedades, gozos y deseos profundos que es el regalo máximo de una educación basada en una visión encarnada en el mundo. ¿Cómo gastaré mi vida?, ¿A quién me debo?, ¿Dónde me llama Dios?
  12. Contemplando la mirada de la Santísima Trinidad sobre el mundo, ¿se preguntan nuestros graduados: Cómo puedo usar los dones y talentos que Dios me ha dado para responder a las necesidades de la gente en mi familia, mi localidad, ¿mi región del mundo y la comunidad global? Éstas han sido siempre las preguntas en las aulas jesuitas.
  13. Así, el éxito máximo de nuestro empeño educativo no puede ser medido por cómo sea el graduado al momento de su titulación. En su lugar, la oferta de la educación jesuita se mide mejor por cómo los graduados comprometen su vida en las décadas posteriores a su graduación. Las respuestas, aún parciales, encontradas, que los iluminaron en el aula, ¿continúan siendo preguntadas y re-preguntadas a lo largo de la vida?, ¿Dan fruto en futuras decisiones en los negocios, la vida personal, la inquietud religiosa, las posibilidades alimentadas en redes de trabajo y auténtico encuentro?
  14. ¿Marca diferencia, el encuentro con Cristo en el Espíritu, en cómo los graduados disciernen en temas de su profesión, estilo de vida, valores, medición del éxito o fracaso? En la medida en que nuestros colegios preparen estudiantes para comprometerse en esta labor en la misma medida los consideraremos dignos del título jesuita.

Ejercicio 28. Para el discernimiento:

En tu región del mundo:

  1. ¿Cómo evalúas este desafío?
  2. ¿Cuáles son los obstáculos más significativos?
  3. ¿Cómo podemos adaptar este desafío para todos los colegios jesuitas de manera que reflejen el mayor bien?
  4. En este contexto ¿Qué ha hecho tu apostolado educativo?
  5. ¿Qué debería estar haciendo tu apostolado educativo?

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