Los colegios jesuitas son colegios “GLOCAL”

“Servir a la misión de Cristo hoy implica prestar especial atención a su contexto global. Este contexto requiere de nosotros actuar como un cuerpo universal con una misión universal, constatando, al mismo tiempo, la radical diversidad de nuestras situaciones. Buscamos servir a los demás en todo el mundo, como una comunidad de dimensiones mundiales y, simultáneamente, como una red de comunidades locales. Nuestra misión de fe y justicia, de diálogo de religiones y culturas, ha alcanzado dimensiones que no permiten ya concebir al mundo como un conjunto de entidades separadas: debemos verlo como un todo unificado donde todos dependemos unos de otros.” (CG.35, D.2, No. 20)

Una nueva palabra ha surgido para describir la nueva realidad de nuestro momento histórico: glocal…una combinación de las palabras global y local… es un adjetivo que captura el contexto global-local en el que vivimos hoy: “de o relativo a la interconexión global y local de asuntos, factores, etc.” (https://www.dictionary.com/browse/glocal#). Estamos interconectados de una forma nunca antes vista en la historia. No solamente sabemos en tiempo real lo que ocurre en cualquier rincón del mundo, sino que nuestros contextos locales también se ven afectados por situaciones lejanas sin ningún control por nuestra parte. Dos buenos ejemplos vienen fácilmente a la mente: (1) la pandemia del COVID que empezó en China pero que rápidamente se extendió en todo el planeta, afectando a todos y a todas en el mundo. De repente, nuestras vidas locales se paralizaron y  y se vieron afectadas enormemente. (2) La invasión rusa a Ucrania en una guerra que ha impactado el precio local de muchos productos básicos en todos los continentes… ya no podemos vivir en comunidades locales aisladas. Para bien o para mal, nuestras vidas están interconectadas.

Como sabemos, los primeros jesuitas crearon un sistema de colegios alrededor del mundo unificado por una meta común de servir a Dios y al prójimo, un plan curricular en común, y una espiritualidad en común que les recomendaba ser flexibles “según las circunstancias de lugares y personas” (Constitución No. 395). Esto ocurrió en una época que muchas comunidades locales estaban descubriendo que el mundo era más amplio de lo que pensaban y el sentido de un solo mundo con diferentes continentes y culturas estaba emergiendo. Los jesuitas, sin duda, contribuyeron significativamente a esta nueva consciencia a través de sus viajes, sus escritos, y su sed insaciable de llevar el Evangelio a todas las culturas. En algunos casos, los únicos documentos sobre culturas y pueblos desaparecidos son aquellos ofrecidos por los jesuitas misionarios. En muchos casos, honraron y respetaron las nuevas culturas como los hizo Mateo Ricci en China o los misioneros en las reducciones.

Hace algunos años, tuve la oportunidad de visitar algunas de las antiguas reducciones jesuitas en Paraguay. Mientras visitaba una de las reducciones, ahora en las manos del gobierno, el guía, un descendiente guaraní, ofreció una historia de la reducción. Él no sabía que yo era jesuita. Explicó que, gracias a los jesuitas en estas reducciones, él podía seguir hablando su lengua nativa y mantener su cultura. Explicó que los jesuitas aprendieron el lenguaje local, escribieron la primera gramática del idioma y enseñaron a las guaraníes a escribir su propia lengua y así mantener muchas de sus propias tradiciones. En este sentido, los jesuitas fueron capaces de honrar que Dios estaba presente en esta cultura mucho antes de que ellos llegaran… no estaban trayendo a Dios a estas tierras… estaban reconociendo como Dios estaba trabajando allí.

Hoy en día, el mundo ha cambiado. Como mencionamos antes, vivimos en contextos glocales en los que tanto lo local como lo global tocan todos los aspectos de nuestras vidas.  Esta nueva realidad nos debe llevar, como sugiere el Papa Francisco, a un sueño: “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos” (Fratelli Tutti #8). Este sueño de una sola humanidad es el origen de nuestra perspectiva ignaciana en ciudadanía global. Es la expansión de la solidaridad y la responsabilidad hacia todos los humanos, todas las criaturas y toda la creación. Esta es la persona con y para los demás que el padre General Sosa amplió en su discusión sobre la invitación profética hecha por el padre Arrupe cincuenta años atrás en Valencia.

Para nuestros colegios, es decir, para nuestros equipos de liderazgo, el profesorado, los padres y las madres de familia, y los estudiantes se trata de una invitación a una nueva perspectiva, la perspectiva glocal en la que reconocemos que lo local y lo global están ahora interconectados de maneras que afectan nuestra vida cotidiana. Esto también implica que los colegios jesuitas ahora necesitan ver como sus decisiones, su plan de estudios y formación impactan no solamente el contexto local sino el contexto global…Hoy no hay decisiones locales sin implicaciones globales y no hay eventos globales sin implicaciones locales. Como cristianos queremos entender cómo Dios está trabajando en esta nueva realidad y asegurarnos que nuestros esfuerzos para ofrecer educación de calidad a las nuevas generaciones puedan estar alineados con lo que Dios está haciendo en nuestra historia. El padre General Sosa nos recuerda a menudo que estamos en “…un cambio de época. Más que antes, somos conscientes de ser una sola comunidad humana, de compartir un mismo planeta y de tener un destino común.” (#31 JESEDU-Rio2017). Además, el P. General sostiene que este cambio requiere que “nuestras instituciones sean conscientes del cambio antropológico y cultural que estamos presenciando y sepan educar y formar de un modo nuevo para un futuro distinto” (#49 JESEDU-Rio2017).

Nuestra tradición educativa puede realmente ayudarnos a navegar en esta nueva era. Arrupe expresó confianza en que el espíritu ignaciano, que constituye el núcleo de nuestra educación, “nos capacita para renovarnos continuamente: un espíritu de búsqueda continua de la voluntad de Dios, una agudizada sensibilidad espiritual para captar los matices con que Dios quiere que el cristianismo se viva en las diversas etapas de la historia” (Hombres para los demás, #8). Nuestro más reciente documento oficial Una Tradición Viva (LT) expresa este mismo espíritu, ya quiere promover “un ejercicio continuo de discernimiento”, y afirma que “existe la tentación de apoyarse en el pasado exitoso. Los colegios jesuitas deben ser más que lo mejor del pasado, como muchos opinan; no son museos en los cuales un carisma vivo se ha congelado” (TV 153). Aplicado a nuestro tema actual, necesitamos discernir cómo educar en la nueva realidad glocal de nuestro mundo. “Esto va a requerir de nuestros colegios que vivan en una tensión creativa y despierta entre el enraizamiento local y el global. Queremos que nuestros estudiantes reconozcan el valor y celebren su comunidad local, la tradición y la cultura y al mismo tiempo sean capaces de comunicarse, trabajar e identi­ficarse con otros miembros de nuestra comunidad global.” (TV 187) ¡Esto es lo que significa glocal para nosotros como individuos y como colegios jesuitas! Queremos aprender a vivir en la tensión creativa de ser miembros de una red global con una misión global, con responsabilidades globales, pero al mismo tiempo estar completamente presentes y activos en nuestros contextos locales como actores importantes de nuestras comunidades.

Durante el discurso del Papa Francisco a la Congregación General 36ª destacó que, en la Compañía de Jesús, como explicaba San Ignacio, las cosas están siempre in fieri, es decir, en proceso de ser, inacabadas, en devenir, pendientes, aún no del todo desarrolladas…

El Papa Francisco nos recordó que nuestro “modo de proceder” es un proceso, un camino. “Me gusta tanto esta manera de ver de Ignacio a las cosas en devenir, haciéndose”. Sacamos provecho, indicaba el Papa Francisco, de “unir tensiones” como contemplación y acción, fe y justicia, carisma e institución, comunidad y misión. Somos peregrinos. Nuestro camino implica afrontar las tensiones creativas que conlleva la diversidad de personas y obras en la Compañía. Para buscar el progreso en el seguimiento del Señor, la Compañía debe constantemente volver a imaginar y discernir… (CG 36, D. 2, #28).

Para nuestros colegios una de estas tensiones creativas es existir en lo glocal… para educar en el inevitable contexto glocal de nuestras vidas actuales, sin sacrificar lo local o lo global…