Ciudadanos Globales que encuentran a Dios en Todas las Cosas

“Esto significa preparar a los estudiantes y sus familias para identificarse primero y fundamentalmente como miembros de la familia humana, con una responsabilidad común por el mundo entero…” (Identificador Global #3, Ciudadanía Global, Una Tradición Viva, #179).

El Papa Francisco sostiene a menudo que “hoy no vivimos una época de cambio sino un cambio de época.” (Discurso en el V Congreso de la Iglesia Italiana, 2015). Este cambio de época requiere una educación que sea capaz de responder a este contexto. Esta es la razón por la cual el Papa ha pedido insistentemente un nuevo pacto educativo global en la educación que prepare a las nuevas generaciones para este cambio de época. En 2021, la UNESCO también hizo un llamado similar. Propuso un nuevo contrato social para la educación para que podamos “Reimaginar juntos nuestros futuros”. Tanto el Papa como la UNESCO nos invitan a reconocer que vivimos en un mundo que se ha convertido en la casa común de toda la humanidad. Esta nueva realidad requiere ejercitar una responsabilidad conjunta para nuestro planeta y para toda la humanidad. Como explicó el P. General Arturo Sosa, es necesario reconocer la “fraternidad radical” que nos une a todos (JESEDU-Rio 2017). En este sentido, la educación jesuita, fiel a su tradición viva debe también responder a este nuevo desafío:

“Deberíamos estar en la capacidad de elaborar programas educativos que nos ayuden a pensar y actuar, local y globalmente, sin dicotomías entre ambas dimensiones, que caminen en la línea de la interculturalidad asumiendo como un hecho enriquecedor la diversidad cultural, social y religiosa de nuestro mundo, sin perder nuestra identidad cristiana e ignaciana.” (p. Sosa, JESEDU-Rio 2017).

Se han dado importantes pasos como respuesta a esta nueva época de interconectividad e interdependencia:

(1)  El reciente documento oficial sobre la educación jesuita, “Una Tradición Viva” (2019), propone el identificador global #3: “Los colegios jesuitas están comprometidos con la ciudadanía global.” Este identificador convoca a nuestros colegios a “preparar a los estudiantes y sus familias para identificarse primero y fundamentalmente como miembros de la familia humana, con una responsabilidad común por el mundo entero, más que simples miembros de una nación particular o un grupo.” (#179) Esto implica un nuevo sentido de solidaridad que va más allá de la solidaridad tradicional, con el prójimo y la nación. En realidad, significa ser capaz de reconocer a todos los seres humanos como hermanos. En nuestro mundo dividido y polarizado esto supone un enorme desafío… Sin embargo, como afirma el documento “Nuestra visión ignaciana nos permite encontrar a Dios en todas las cosas e inflamar el mundo con el calor y la luz del amor salvífico de Dios.” (#180) Desde una perspectiva ignaciana, la ciudadanía global es un concepto que nos permite vivir realmente la radicalidad del amor a Dios y al prójimo que nos ofrece Jesús en el evangelio. En nuestra tradición educativa “preparar estudiantes… para que sean ciudadanos globales es prepararlos para que verdaderamente encuentren a Dios en todas las cosas, sean guiados por la compasión y utilicen la dinámica de la religión para la justicia y la paz.” (#180).

(2)  El Secretariado Internacional para la Educación coordinó un grupo de trabajo para reflexionar sobre el tema de preparar a los estudiantes para la ciudadanía global. Como resultado, el grupo de trabajo ofreció un marco general para nuestros colegios:  Ciudadanía Global: Una Perspectiva Ignaciana. Ciudadano Global: Un verdadero compañero de toda la Humanidad y toda la Creación. El grupo de trabajo ofrece una definición inspiradora de ciudadano global:

Ciudadanos Globales son aquellos que buscan continuamente profundizar su consciencia sobre su lugar y responsabilidad, local y global, en un mundo cada vez más interconectado; aquellos que se solidarizan con otros en la búsqueda de un planeta sostenible y un mundo más humano, como verdaderos compañeros en la misión de reconciliación y justicia. 

Esta definición de ciudadanía global es consistente con nuestra tradición educativa que nos llama a estar siempre atentos y atentas a “tiempos, lugares y personas” y responder como corresponde. Como aconseja el documento Pedagogía Ignaciana (1993), necesitamos siempre considerar el contexto para que nuestra educación pueda realmente responder a la realidad. Nuestro contexto histórico, como hemos visto, nos exige hoy responder a la realidad de una nueva era de la humanidad en la que nos damos cuenta de la interconectividad de nuestras vidas. Los enormes desafíos del cambio climático, la pandemia y la inmigración, para nombrar sólo algunos, ponen de manifiesto esta nueva realidad.

«Escuelas profesionales de la Sagrada Familia,» Úbeda, Provincia de Jaén, España

Como los afirma “Una Tradición Viva”, la espiritualidad ignaciana nos invita a encontrar a Dios en todas las cosas. Hoy, el concepto de ciudadanía global nos permite encontrar a Dios en el centro de la lucha de nuestra época: una lucha por la paz y la reconciliación con la humanidad, con la creación y con Dios. Esta lucha ofrece nuevo significado y centralidad a la parábola del Buen Samaritano del Evangelio. El Buen Samaritano es capaz de reconocer a un extraño como su prójimo. En este sentido, el Buen Samaritano es el extraño que deja de serlo… es la persona que se da cuenta de nuestra humanidad común y de la necesidad de construir solidaridad más allá de nuestra pequeña comunidad de referencia.

Hace 50 años, el p. Pedro Arrupe SJ invitó a los antiguos alumnos jesuitas a convertirse en “personas para los demás” como Jesús, la verdadera persona para para los demás. Hoy, esta invitación es más relevante que nunca. La persona para los demás es el ciudadano global que acepta su responsabilidad con toda la humanidad. Además, el P. General Arturo Sosa nos ha llamado a extender el significado de personas para los demás a toda la creación:

Hoy pues la persona para y con los demás debe también ser una persona para y con la creación. Una persona para y con los demás es una persona que descubre en todo lo creado el rostro de Dios. El Papa Francisco tomó su nombre de aquel hombre, Francisco de Asís, que supo descubrir en el sol y la luna, en el lobo y el cordero sus hermanos y hermanas. La invitación es pues a hacernos personas para y con los demás seres humanos y todo lo creado. Así como no podemos ser más sin los demás, no podemos ser más sin una relación más armónica con la creación. (Los antiguos alumnos de la Compañía de Jesús invitados a ser compañeros en la misión de reconciliación y justicia en nuestro mundo actual, Barcelona, 2022)

Un ciudadano global debe también descubrir a Dios en toda la Creación, como lo hizo San Francisco de Asís en su tiempo. Hoy en el contexto del calentamiento global y el cambio climático hay un sentido de urgencia para hacer esto, y no puede ser ignorado en la educación. Una educación de calidad significa también hoy preparar a las nuevas generaciones para sustituir la actitud depredadora del pasado por la de solidaridad y armonía con la creación. Como afirma el Papa Francisco, la Madre Tierra » clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes.» (LS 2)

El Papa Francisco ha dejado claro en Fratelli Tutti que «Cuidar el mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos constituirnos en un ‘nosotros’ que habita la casa común.» (FT 17). El P. General Sosa explica (Barcelona 2022): “‘nosotros’ no se refiere a un grupo cerrado de amigos o grupos autorreferenciales sino a un nosotros en expansión que llega a abarcar a todos y que en el concierto internacional implica aceptar el destino común que todos compartimos como humanidad: “el número cada vez mayor de interdependencias y de comunicaciones que se entrecruzan en nuestro planeta hace más palpable la conciencia de que todas las naciones de la tierra […] comparten un destino común.» (FT 96)

La pedagogía y la espiritualidad ignacianas nos deben ayudar a responder al cambio de época y a escuchar los gritos de nuestro tiempo: el grito para encontrar sentido y encontrar a Dios, el grito de los marginados, el grito de las nuevas generaciones, y el grito de la Creación. Las cuatro Preferencias Apostólicas Universales son una invitación a seguir descubriendo a Dios en todos estos gritos y responder con generosidad, sabiendo que Dios está trabajando en el mundo y ayudándonos a construir una tierra nueva y un cielo nuevo.

Campaña de la La Silla Roja – Chad

El Papa Francisco nos recuerda en Laudato Sì que la crisis ecológica y la crisis social no deben entenderse como crisis separadas sino «una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (LS 139). Educar para la Ciudadanía Global nos ayudará a contribuir significativamente para ser parte de la solución y encontrar a Dios en todas las cosas.