La Salud Mental Docente como Enfermedad Profesional

Par Educate Magis
Avr 12th, 2019

En este artículo, Patricia Yasmín Velandia Pérez.  Magíster en educación con mención en currículo y comunidad educativa de la Universidad de Chile. Licenciada en educación básica con énfasis en inglés de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, alerta acerca de la necesidad de generar acciones preventivas que mejoren la calidad de vida de los maestros dando cuenta de cómo los elementos contextuales han afectado la salud mental de los maestros, tanto que lo han convertido en un tema trascendental en América.

A continuación compartimos el artículo:

Cuando se habla de calidad en la educación, es imprescindible analizar el rol del docente desde sus pensamientos, sentimientos y necesidades. Este artículo da cuenta de cómo los elementos contextuales han afectado la salud mental de los maestros, tanto que lo han convertido en un tema trascendental en América, ya que países como Canadá, España, Perú, Chile y Colombia han identificado la salud mental como un proceso integrador inherente al ser humano en el cual el colegio como lugar de trabajo, sus elementos internos y externos, generan una gran presión y, en ocasiones, malestar; igualmente las reformas que proponen los gobiernos, siguiendo intereses particulares y sugerencias de los organismos internacionales, también causan molestias visibles en el docente, por lo que se ha detectado la necesidad de generar acciones preventivas que mejoren la calidad de vida de los maestros; además, se exalta la importancia de conocer la legislación con respecto a las enfermedades laborales docentes.

El profe está incapacitado por estrés”

Esta es una realidad que ha venido siendo investigada en diferentes países. En Colombia, el desgaste profesional y el malestar docente desde y hacia su tarea ha sido una problemática que aumenta con los años, ya que el estrés de los maestros ha reaccionado a los cambios a lo largo de la historia y a los procesos de globalización, los cuales han llevado al docente a asumir roles que antes eran responsabilidad de otros, como la participación activa de los padres en el proceso escolar. Hoy las familias están integradas por  miembros por fuera de la agrupación nuclear, por lo que, en muchos casos, la responsabilidad educativa recae solo sobre la escuela, porque falta comunicación asertiva en el hogar, lo cual expone a los estudiantes a inminentes riesgos como la drogadicción, las pandillas y la violencia entre pares. En este escenario, es el docente quien debe identificar las problemáticas, hacerles seguimiento, enseñar valores y ser subjetivo entre la objetividad del proceso educativo, como lo señala Esteve (1994).

El docente debe mantener un equilibrio mental en todas sus dimensiones personales para dar un rendimiento completo de calidad en el aula de clases, lo que implica que su hogar, su proyección como profesional, su vida material, su autoestima y su espiritualidad deben producir un gran rendimiento para no ahogarse en el aula de clase. Infortunadamente, hoy los maestros asumen los episodios de estrés como algo natural y, según diferentes investigadores (Vives, 2005; Andrade y Gómez, 2008), los docentes se encuentran en constante riesgo de padecer  enfermedades mentales, y lo más preocupante es que existe un desconocimiento de la normatividad y seguimiento de enfermedades profesionales y  una  evidente falta de prevención por parte de los empleadores de los docentes. Díaz-Granados, González y Jaramillo (2006) concuerdan en que “los maestros se están enloqueciendo porque las exigencias implementadas por la ley 715 de 2001 son tantas y tan desproporcionadas, que los docentes ya no dan abasto con tantas demandas”.

Parece inaceptable pensar que antes de 2015 las enfermedades mentales no eran consideradas de tipo profesional para los docentes. El decreto 1655 de 2015 establece las siguientes enfermedades mentales en la tabla 10: “Neurosis, depresión, síndrome de Burnout (estrés crónico), trastorno de estrés postraumático, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de adaptación, excitación mental, psicosis y tendencias suicidas”. Estos padecimientos, según el decreto, pueden ser prevenidos desde la implementación de los comités paritarios de salud y seguridad en el trabajo. Esto ha provocado que la empresa prestadora de salud del magisterio colombiano opte por incapacitar una y otra vez a los docentes, de manera progresiva, durante días, semanas y de forma definitiva.

Sin embargo, el mejor método es prevenir y evitar la baja de un docente, para no producir traumatismo en los estudiantes, quienes quedan solos mientras la Secretaría de Educación nombra un reemplazo por cada periodo de incapacidad. Según el reporte de ausentismo docente de 2015, sólo se cubre 60% de las incapacidades, mientras se pierden los procesos académicos cuando se nombra uno, dos o tres maestros diferentes y no se puede liberar la plaza hasta tanto no se defina la vida laboral del docente, con lo que se trastoca, por supuesto, la calidad educativa.

De acuerdo con los reportes del Ministerio de Educación Nacional, en 2011 5.748 docentes tuvieron incapacidades por causas como el estrés y la depresión (El Tiempo, 28 de agosto de 2012); y en 2012 se generaron 74.848 días de incapacidad en Bogotá por enfermedades profesionales, según el reporte de la entidad prestadora de salud de docentes del Ministerio de Educación de Colombia (Medicol). En este informe se detecta que no solo los problemas de cuerdas vocales son la primera y más importante enfermedad profesional de los docentes, sino que el estrés, la depresión y las enfermedades mentales, catalogadas como leves, han tenido un considerable ascenso. Al ser inhabilitados para ejercer su profesión e incluso a veces para llevar las riendas de su vida, cientos de maestros se pensionan anticipadamente, lo que permea a la comunidad educativa y al proceso de convivencia entre los educadores y los demás actores educativos.

Aunque los datos anteriores son reveladores, no se están generando procesos de prevención o concientización, para de esta forma tratar de disminuir el número de docentes que ameritan una incapacidad médica o se pensionan por enfermedad mental y a los cuales es necesario hacer una descarga laboral.

González (2014) reitera que:

No en vano, la Federación Mundial para la Salud Mental  exhortó el año pasado a los gobiernos  y habitantes del planeta a  “hacer de los temas de salud mental una prioridad global” pues para el año 2015, año en el que se deberán cumplir  los objetivos del milenio, la salud mental será el primer motivo de consulta en el mundo y para 2020 la enfermedad depresiva superará a las patologías cardiovasculares como primera causa de morbilidad en salud pública.

Los diseños, creación e implementación de políticas educativas en pro del mejoramiento de la salud mental de los docentes de América Latina es fundamental, ya que este es un gremio que necesita ser atendido, para aportar a una sociedad de paz, donde la educación sea siempre el mejor camino.

Conclusiones

Como principal hallazgo, se encontró que los docentes tienen una noción clara y definida de la salud mental relacionada con bienestar, trabajar a gusto y de alguna manera lograr un equilibrio en las dimensiones familiar, emocional, laboral y económica, pero no tienen una idea clara de cuáles son las normas con respecto a salud mental, riesgos laborales y prevención de enfermedades mentales; simplemente viven el día a día según la implementación de las normas de los políticos de turno, asumiendo como normales sus dolencias físicas o sus  predisposiciones.

Es claro que hace falta prevención por parte de los contratantes, se evidencia no solo la falta de políticas y normatividad, sino su aplicabilidad en los colegios públicos y privados. Esta situación clama procesos de prevención y total disponibilidad de participación, pero se ve opacada por el desconocimiento de la norma, lo que impide promover los derechos al respecto. Los primeros responsables de esta prevención son las secretarías de educación, las aseguradoras de riesgos laborales, los rectores y coordinadores, quienes son los llamados a ejecutar acciones y a generar espacios para desarrollar las políticas de prevención según la ley, por medio de los comités paritarios de seguridad y salud en el trabajo, los mismos que deben informar acerca de los conductos regulares y los procesos que deben efectuar los docentes cuando detectan que se encuentran en riesgo.

Los docentes son los primeros que deben estar conscientes de su autocuidado mental, independientemente de que existan leyes o no, pues aunque el número de profesionales es bastante amplio, cuando se padece una enfermedad mental, el proceso es individual. Es importante participar de las actividades que se plantean para este fin y no dejar perder estos espacios por desinterés o inasistencia.

Es fundamental identificar los factores de riesgo a los que se pueden enfrentar a lo largo de su vida profesional los docentes y promover de manera urgente la prevención, pues la falta de ella lleva a la enfermedad crónica y a la incapacidad  temporal, parcial o definitiva.

Artículo republicado por Confederación Interamericana de Educación Católica.

Artículo publicado originalmente por www.magisterio.com.co

Referencias.
Andrade, J.; Gómez, I. (2008). Salud laboral. Investigaciones realizadas en Colombia. Recuperado en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80111670002
Esteve, J. (1994). El malestar docente. España: Paidós.
González, J. (2014). La ignorancia, violencia y pobreza: enfermedades catastróficas en la educación. Colombia: ADE.
Vives, V. (2005). El movimiento pedagógico del colegio de profesores como una recuperación del rol docente y de la autoestima profesional (tesis de maestría. Santiago de Chile.