Fidelidad Creativa en la Educación Jesuita

Es difícil escribir sobre un colegio jesuita a lectores que, con toda probabilidad conocen otras obras educativas de la Compañía de Jesús. Así que, obviando el abordaje del modelo educativo que está a la base del apostolado educativo jesuita, nos enfocaremos en contar un poco de la forma en que el Instituto de Ciencias lleva a la acción, desde Guadalajara, México, algunos de los rasgos distintivos de la educación ignaciana.

Somos un colegio dinámico, nuestros alumnos y profesores siempre están haciendo algo que no es común en otros colegios de la localidad, pero que de seguro es un rasgo compartido por todos los colegios jesuitas del mundo (¡por lo menos sabemos que en los demás colegios jesuitas de México, nuestros referentes más inmediatos, ocurre algo similar!). Más de una vez nos hemos preguntado si lo nuestro es « activitis » o si hay algo que deberíamos dejar de hacer, pero, como no sea mejorar logísticas u optimizar recursos humanos y materiales, nos confirmamos en que prácticamente todas esas actividades son parte sustantiva de la educación propia de un colegio jesuita.

Así, hacia finales de abril, los alumnos del último grado de preescolar estarán viviendo su primera noche fuera de casa, entusiasmados por dormir en tiendas de campaña. Es el tradicional acantonamiento, pretexto para dar cuenta del nivel de autonomía, posición ante los retos, que la educación personalizada y comunitaria considera a esta corta edad. Los profesores de preescolar, los chicos del Club Alpino del Instituto de Ciencias (CAIC) y numerosos voluntarios de la comunidad educativa acompañan esta experiencia, que incluye una aventura en tirolesa.

Pocas semanas más tarde los chicos que concluyen sus estudios de preparatoria serán objeto de una despedida por parte de todos los alumnos del colegio (¡casi tres mil!), que les formarán valla a través de un recorrido por las instalaciones, acompañados del mariachi, para terminar con un chapuzón en la piscina. La fiesta sigue en los autobuses que los conducen a la casa de retiros, localizada en las cercanías de Guadalajara, en Jocotepec, para cerrar con una convivencia de reflexión y diversión, arropados por autoridades y profesores de preparatoria.

De ahí, la ceremonia de egreso está a la vuelta de mes y medio, y comienzan ya a recordar con nostalgia la Semana Rural, que los acercó a la realidad del campo mexicano al hacerlos vivir y convivir con familias campesinas, o la Semana Laboral, que los sensibilizó ante las condiciones de obreros y empleados, con los que trabajaron hombro a hombro (experiencias, ambas, en las que el Instituto de Ciencias fue pionero dentro de los colegios jesuitas de México). Algunos incluso vivieron la experiencia de misiones en Semana Santa

Lejos queda ya el inicio de año escolar que, después de una Lectio Brevis a cargo del Rector, dio paso a las elecciones de la mesa directiva de la Sociedad de Alumnos del Instituto de Ciencias (SAIC). La SAIC tiene entre sus objetivos “Ofrecer un modelo democrático de participación en cuanto a la elección, conformación, establecimiento, funcionamiento y evaluación […], que prepare a los alumnos para su futura incursión en la vida política de México.” Al inicio de cada año escolar, las campañas de las planillas participantes convierten al colegio en una auténtica fiesta. Los alumnos se interesan por saber de qué va cada propuesta para tener elementos a la hora de emitir su voto. El momento político que se vive hoy día en México (las elecciones federales, estatales y locales se llevarán a cabo el próximo mes de julio) es de interés para la SAIC, que se ha encargado de invitar a algunos candidatos a exponer sus proyectos ante la comunidad educativa.

Entre el campamento de preescolar y la convivencia de los preparatorianos hay un largo camino recorrido de crecimiento personal y de referencia a los otros. La expresión artística en el colegio es indiscutible, nos atreveríamos a decir que no se puede ser colegio jesuita si el arte no tiene lugar en él y si en el arte no tiene cabida el bien común; justo acaba de concluir el Festival de la Expresión de Secundaria, esta vez dedicado a los migrantes. Los chicos cantaron, bailaron, hicieron interpretación teatral, expusieron en la galería… Lo más enriquecedor es que en esta ocasión hubo un participante de excepción, con voz y guitarra: un chico venido de Chile en el programa de intercambios, marcó el ritmo a un auditorio repleto (tal vez esto animó a que al final del último de tres días de festival todos los chicos chilenos espontáneamente subieran al escenario para agradecer su estancia en el Ciencias y despedirse de nosotros).

La idea de contar con un programa de intercambios comenzó allá por los años 90 del siglo XX, dentro del área de lenguas extranjeras (inglés y francés) en preparatoria. Con el tiempo devino en una forma profunda de concreción de la apertura a la interculturalidad, de tal forma que el contexto lingüístico en que ocurra la experiencia no necesariamente se refiere a una lengua extranjera para nuestros alumnos. Este diálogo intercultural ha dejado de ser exclusivo para nuestros alumnos de preparatoria, actualmente también los chicos de secundaria lo viven con entusiasmo y los profesores han comenzado a hacer lo propio. En los próximos días un grupo de alumnos, acompañados por un profesor viajará a Puerto Montt, Chile, mientras que hace apenas unas horas recibimos en el aeropuerto a un grupo de chicos paraguayos.

También las nuevas tecnologías (TIC) amplían nuestra comprensión del mundo y nuestra interacción con él. A día de hoy el colegio es representado en todas las reuniones virtuales de homólogos impulsadas por FLACSI; de estas, la de comunicadores, la más nueva, camina con paso firme en la elaboración de un documento común ¡y es la que nos ha puesto ante la tesitura de escribir este texto! Por su parte, nuestros alumnos, gracias a la experiencia de su juventud (sí, leyó usted bien) dominan las TIC mucho más de lo que los adultos podremos llegar a lograr. Pero, ¿conocen los riesgos que conllevan los alcances de estas tecnologías? Consciente de ello, la primaria del colegio estableció hace ya unos cinco años un proyecto llamado “Desenredados”, dirigido a los alumnos de 6°, que a través de mesas de trabajo y exposiciones aborda temas tales como: riesgos socio-afectivos, seguridad, afectación a las relaciones interpersonales y una propuesta para desenredar mi comunidad, entre otros. El trabajo se realiza tanto con alumnos como con padres de familia y es retomado en secundaria y preparatoria a través de ciclos de conferencias.

Esto es un poco de lo que hacemos en el Instituto de Ciencias, a la par del proceso estrictamente académico. Hoy le llamamos formación integral, y estamos ciertos que lo hacemos no por moda o por esnobismo, sino a título de fidelidad imprescindible al espíritu que desde sus inicios ha animado la educación de la Compañía. Así, en el virreinato de la Nueva España, el colegio jesuita de San Gregorio, en Ciudad de México, informaba con satisfacción en una Carta Annua que los estudiantes “aprenden a leer, escribir, sumar y danzar”.