Educar en desigualdad, con y sin pandemia, siempre será un desafío

Par Educate Magis
Juil 15th, 2020

Gabriela Anangonó, Asesora del Movimiento de Liderazgo Juvenil (CEFA) de la Unidad Educativa Juan Pablo II – Fe y Alegría Ibarra en Ecuador comparte un artículo donde analiza como la pandemia desafía a mantener el Derecho a la Educación.

Damaris es estudiante de Segundo Año de Bachillerato, pertenece a la Unidad Educativa Juan Pablo II de Fe y Alegría de la ciudad de Ibarra, ella es jefa de campamento del Movimiento Juvenil CEFA de la Zona Norte.

A mitad de la pandemia, perdí contacto con ella, situación que me preocupó ya que es una de las estudiantes más cumplidas y comprometidas con el movimiento. Después de averiguar, algunos de sus compañeros de curso me dijeron que Damaris no había asistido a las clases virtuales por 3 semanas; esto me preocupó y decidí buscarla para saber las causas de esta ausencia. Encontré su dirección y por esas casualidades descubrí que vivía cerca del sector donde está mi domicilio.

Me puse en contacto con ella y logramos hablar. Me contó que su familia estaba pasando momentos difíciles. Su papá había perdido el empleo en una cerrajería y aunque había logrado conseguir otro en una panadería, el salario no ayudaba a solventar su situación económica, prácticamente solo alcanzaban a cubrir la comida y pagar el arriendo. Esto le impedía pensar en otros temas como la educación virtual.

Preocupada me dijo que ella y su hermana Tamara, de noveno año y estudiante de la misma institución, no habían realizado las tareas y estas se habían acumulado. La incertidumbre era más fuerte al no saber si los profesores les iban a recibir los trabajos atrasados, requisito que permitiría promocionarlas de nivel. Decidí actuar. Ofrecí mi casa y ellas vinieron, descargaron las tareas y las hicimos juntas. La computadora la manejaban poco ya que su realidad económica no les ha permitido adquirir una y por ende mejorar sus habilidades. Ese tiempo sirvió para abonar nuestra amistad y confianza; Damaris me confesó que trabajaba, entregando a domicilio algunos productos que elaboraba su papá para poderse ayudar.

Para Damaris la educación virtual es algo realmente complicado e inalcanzable. En su casa viven 6 personas, son 4 hermanos, su padre y su madre. Ambos progenitores con celulares básicos y con poco dinero para “cargar” datos. Al inicio de la pandemia “cargábamos solo el celular de mi mami”, me dice; pero conforme avanzó la cuarentena, la situación económica se complicó y ni Damaris ni Tamara pudieron asistir a clases virtuales. Al contármelo, el rostro de Damaris muestra impotencia y frustración, atinando a reflexionar sobre que “ojalá mis profesores entiendan que yo no tengo dinero, que estamos trabajando para tener para la comida y pagar el arriendo, porque si no lo hacemos, imagínese Gaby, nos mandan de la casa y dónde nos vamos a ir, espero que los profesores me entiendan”. Me costó mucho responder, ya que sus palabras reflejan la realidad de muchos estudiantes, no solo de Fe y Alegría. Aun así, las dos hermanas están cargadas de una motivación muy fuerte por estudiar. Entre risa y risa, recordaban alguna situación cuando todavía estaban en clases regulares y el recuerdo de la ocurrencia de algún compañero o maestro ponía la alegría para realizar las tareas.

Si tuviese que describir a Damaris sin duda escogería las palabras: compromiso, persistencia, alegría y motivación. El caso de Damaris nos demuestra que la educación virtual puede volverse un privilegio y no debería serlo. Pienso que los educadores nos hemos enfrascado en hablar de clases y plataformas virtuales, pero a veces, nos olvidamos de las realidades de las familias. Nuestros estudiantes, ahora no sólo tienen que preocuparse con asistir a clases virtuales, cumplir sus tareas y enviar evidencias, la realidad es que también deben preocuparse y ayudar al sostenimiento de sus familias. Un peligroso dilema que se cierne entre las familias más pobres: estudiar o trabajar.

Esta pandemia nos está demostrando los problemas de la educación virtual, la cual se mostró como la salvación, para seguir estudiando, frente a la crisis sanitaria. Mientras no se cambie estructuralmente la desigualdad, la educación virtual será un discurso vacío. En la Unidad Educativa Juan Pablo II de la ciudad de Ibarra, la realidad es que el 42% de estudiantes no tienen internet fijo en sus hogares, el 67% no tienen computador en casa, y el 71% de los padres de familia solo logra poner saldo en WhatsApp para revisar y enviar las tareas de sus hijas e hijos.1

La educación en tiempos de crisis no debe ser netamente académica, este distanciamiento social no debe ser literal, más bien debe permitirnos acercarnos a otros docentes, a las y los estudiantes y sus familias, a sus verdades. Es necesario despertar el ser humano sensible y solidario, y no solamente aquel “ser digital” que piensa solo en función de unos cuantos “likes”, olvidando la fuente principal de los problemas, como es la desigualdad social; negando la reflexión crítica y, el acompañamiento oportuno a las personas en situación de vulnerabilidad.

Es necesario también que las autoridades de educación, desde sus responsabilidades, den respuestas y alternativas viables para que no se den deserciones de estudiantes debido a las limitaciones que la mayoría de ellos tienen en medio de esta pandemia. Recomendamos que el Estado identifique y promueva mecanismos alternativos de educación que faciliten la formación de niñas y niños que viven situaciones precarias y excluyentes.

Hace poco conmemoramos 56 años de vida institucional y en este contexto, traigo estas palabras del P. José María Vélaz, que reflejan los desafíos de educar en estas nuevas fronteras excluyentes: “Reitero la necesidad de que Fe y Alegría no sea solamente un organismo para fundar escuelas, sino un movimiento que aspire a realizar una verdadera revolución social por medio de la Educación Integral” P. José María Vélaz, S.J. 1964.

1Diagnóstico sobre acceso a Tecnología realizado por el Distrito Educativo 10D01 Ibarra-Pimampiro, en base a recolección de datos y análisis que hemos hecho desde Fe y Alegría Ibarra.

Artículo originalmente publicado en la págiina de Fe y Alegría Ecuador