Del Mundo y para el Mundo: ¿Qué significa ser una escuela de la Compañía de Jesús?

De modo general, tres elementos caracterizan un colegio de la Compañía de Jesús: la tradición, la búsqueda del magis y el diálogo con los retos de cada época.

Las escuelas jesuitas cargan consigo una mística que remite a 1540, año en que, a la luz de la experiencia espiritual de Santo Ignacio de Loyola, la Compañía de Jesús asumió el apostolado de la educación. A partir de 1548, con la fundación de la primera escuela en Mesina, Sicilia, empezó a ser construida una tradición educativa jesuítica que perdura hasta la actualidad. Ser una escuela de la Compañía de Jesús, por lo tanto, significa ser parte de una herencia cultural, religiosa y, principalmente, educativa, que tiene como objetivo fundamental propiciar el desarrollo humano y espiritual de niños y jóvenes en todo el mundo.

En un colegio jesuita, el espacio de la educación escolar permite un diálogo permanente con los valores del Evangelio y de la fe, no por medio (únicamente) de las clases de Enseñanza Religiosa, sino por la promoción de la convivencia diaria entre personas de diversas generaciones, orígenes y creencias. Este ejercicio inspira un modo de convivir muy cercano a los valores evangélicos, tales como solidaridad, justicia y paz. La escuela no es vista apenas como una casa de instrucción, pero como un espacio de educación, un microcosmo donde se ensaya la convivencia en sociedad.

El segundo elemento que nos define como escuela jesuita es la búsqueda por el magis, es decir, el más y el mejor servicio. Nuestro compromiso es ofrecer el mayor valor en todas nuestras labores, lo que, naturalmente, incluye un servicio de educación y de acción formativa de alta calidad.

En una escuela jesuita, la excelencia se aplica a todas las áreas de la vida escolar. La búsqueda por la excelencia académica, sin embargo, solo tiene sentido dentro de un contexto más amplio de excelencia humana, que abarca todas las áreas de la vida del alumno. “Educar en las virtudes y en las letras” es un binomio que está en la raíz fundacional de la Compañía de Jesús.

Otra característica tradicional de un centro educativo de la Compañía es el diálogo permanente con el contexto en el cual está insertado, respondiendo a los retos de cada tiempo, lugar y cultura de manera eficaz. La búsqueda por la innovación es algo habitual de la Compañía, siempre y cuando sea pautada por la intencionalidad: todas las acciones, pedagógicas o no, promovidas en un colegio jesuita tienen razones y objetivos muy claros. No existe, por lo tanto, espacio para la imitación o para la repetición de prácticas con el objetivo de simular supuestos avances.

Desde la transferencia de la sede de Itu a São Paulo, en 1918, pasando por la construcción del edificio São Luís Gonzaga, en 1970, y por la divulgación del Proyecto Educativo Común (PEC) de la Rede Jesuíta de Educação – RJE, en 2016, la historia del Colegio São Luís y de la red educativa de la cual forma parte, ha seguido un movimiento constante de renovación. El anuncio del Proyecto CSL 2020, en marzo de 2018, inicia un nuevo ciclo de transformaciones que ya están en curso y que llegarán a su auge al inicio de la próxima década. Con la construcción de una nueva sede para el Colegio, necesaria para la realización plena de esa renovación, la Compañía de Jesús demuestra, una vez más, estar alineada con la evolución de los tiempos.

Somos, ante todo, un colegio con una misión: desarrollar todas las dimensiones de la persona y formar ciudadanos competentes, conscientes, compasivos y comprometidos en la compasión, que hace que la escuela sea un espacio en el que la transmisión de la cultura no se limita a la información acumulada en los diferentes campos del conocimiento.