El cuidado de nuestra casa común

Una forma de proceder

Cuerpo docente / Personal

“La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza.” (LS 215)

Dentro de nuestras escuelas, nosotros, los docentes y el personal, tenemos la oportunidad única de practicar la pedagogía ignaciana. Tenemos la responsabilidad de ofrecer un plan de estudios en todas las asignaturas que comprometa a nuestros alumnos en el pensamiento académico, espiritual y ético que les lleve a sentir la belleza y la interconexión con la creación. Ofrecemos a los alumnos experiencias directas e indirectas de las amenazas a la integridad de la creación. Estas experiencias les conducen a oportunidades para reflexionar sobre las actitudes y los hábitos de consumo de recursos que afectan a los más necesitados. Con nuestros alumnos, podemos proponer acciones para reducir, reutilizar, reciclar los recursos finitos y cuidar la energía recurriendo a fuentes de energía renovables dentro de nuestras escuelas.

Reflexión

  • ¿Cómo puedo modelar el cuidado de nuestra casa común para mí, mis alumnos y mi comunidad escolar?
  • ¿Cómo podemos, individual y colectivamente, experimentar y comprender la perspectiva ignaciana del cuidado de nuestra casa común?
  • ¿Cómo podemos compartir la alegría, la emoción y el misterio del mundo natural y alimentar el sentido innato del asombro de nuestros alumnos?

Acción

  • Participar en al menos una instancia de desarrollo profesional cada año sobre el cuidado de nuestra casa común.
  • Diseñar planificaciones y actividades que den a los estudiantes una experiencia de la interdependencia de toda la creación y modelen el cuidado de nuestra casa común, iniciando el cambio curricular en todas las materias.
  • Incluir en el plan de estudios el aprendizaje del servicio y la defensa de los problemas medioambientales locales.