Ser maestra es un acto espiritual

Por María Paula Arango Zambrano
Jul 27th, 2022

Te compartimos las historias de dos profesoras de Fe y Alegría Nicaragua. Sumando sus años de servicio, las profesoras Rosa Margarita Rivas y Juana Verónica Ordoñez, tienen casi 50 años en Fe y Alegría Nicaragua.

Las dos son muy queridas en los colegios Roberto Clemente, en Ciudad Sandino (Managua) y Nazareth, en Chinandega, al occidente de Nicaragua. Y aunque hoy gozan del reconocimiento de sus colegas y estudiantes, sus historias son dispares: una se negaba a ser maestra, pero la otra iba con la energía por delante para ser una profesora y enseñar a cuanto niño o niña entrara a su salón de clases.

La profesora Rosa Margarita tiene 61 años y 33 de maestra del colegio Roberto Clemente, el primer centro de Fe y Alegría en Nicaragua. Poco recuerda cómo llegó al colegio, pero lo que sí tiene fresco en su memoria es que, entonces, la docencia no era lo suyo.

“Es que yo sentía que ser maestra no era lo mío; no sentía esa vocación”, afirma la profesora Rosa Margarita, hoy maestra de segundo grado de Primaria.

Más de 30 años después de ese primer contacto con la docencia, mucho ha cambiado el pensamiento de esta profesora. “La verdad es que el relacionarme con las niñas y los niños me ha despertado esa vocación, me he acostumbrado a ellos y ahora me agrada ser maestra”, dice esta profesora, una de las casi 600 que conforman el núcleo docente de Fe y Alegría Nicaragua.

Pero, ¿qué significa ser maestra?

Como si fuese una respuesta ya preparada, la profesora Rosa Margarita no lo duda: para ella, la docencia se puede comparar con la espiritualidad. “Es que nosotros formamos a personas, nosotros inculcamos valores. Esa es nuestra satisfacción”, afirma esta maestra que enfatiza la satisfacción de la docencia: “por mis manos han pasado cientos de niños y niñas que ahora son profesionales. Me reconocen y me saludan con respeto; ese es el pago que recibimos los maestros, pero también ver que nuestros estudiantes alcancen sus metas”, explica.

De esa satisfacción también puede dar la fe la profesora Juana Verónica Ordoñez, de 47 años, y maestra desde hace 16 del Colegio Nazareth, en Chinandega, al occidente de Nicaragua. Su carrera la comenzó en 1997 como docente voluntaria en el mercado de su pueblo y desde entonces no ha parado. Hoy es maestra de los talleres de Arte y Cultura desde educación inicial hasta sexto grado de Primaria.

“Yo sí quería ser maestra; comencé con muchas energías y después mis maestros de la Escuela Normal me despertaron más ese deseo de enseñar”, afirma la profesora Juana Verónica que no tiene dudas de que, si volviera a nacer sería maestra de nuevo.

“Como maestras transformamos personas para que hagan el bien a la sociedad”, dice esta profesora para quien el ejercicio de la docencia lo ve como el ser madre. “Nos volvemos como madres para nuestros niños y niñas; esa conexión es especial”.

¿Recomendarían a sus hijos e hijas ser docentes?

Ambas profesoras tienen claro ese tema. “Mi hija también es maestra y me gustaría que alguno de mis nietos sea maestro también”, dice la profesora Rosa Margarita. La profesora Juana Verónica secunda la idea. “Claro que recomendaría a mi hijo ser maestro porque si por algo se caracteriza la docencia es por la nobleza”.

Día del maestro en Nicaragua

Desde 1978 el día 29 de junio en Nicaragua es dedicado a los maestros y maestras. Su origen viene en recuerdo de una gesta patriótica ocurrida el 29 de junio de 1855, cuando un maestro, Enmanuel Mongalo y Rubio, colaboró en una batalla en el departamento de Rivas (sur de Nicaragua) para expulsar a unos invasores norteamericanos. Hoy este maestro es héroe nacional.