Desde que recibí por medio del correo electrónico la invitación a participar en un retiro que vincularía a educadores del mundo entero no dudé en inscribirme. Debo confesar que acepté motivado principalmente por el deseo de conocer el método que se implementaría y descubrir si podría replicarlo en la obra en la que trabajo. Tras mi participación pude descubrir una formula muy sencilla que permite ser aplicada en cualquier contexto en el que los destinatarios tengan los elementos y los conocimientos necesarios para conectarse a internet. Cada jornada iniciaba con una charla orientada por dos jesuitas, seguida por un diálogo en pequeños grupos con preguntas orientadoras y terminaba con la posibilidad de acceder a un material corto para la oración personal. Es un proceso simple pero efectivo que desde el principio viví con apertura y disponibilidad.

A pesar de que en principio llegué por curiosidad, la presencia de Dios que irradiaban los sacerdotes por medio de sus palabras y el fervor de los compañeros con los que tuve el privilegio de conversar en los encuentros grupales lograron romper las barreras del corazón y disponerme para vivir desde el espíritu los cuatro días de retiro. El proceso temático nos permitió hacer un recorrido por el principio y fundamento de nuestra labor apostólica, después pasar por la vocación y por el lugar que ocupa Jesús en ella para finalmente terminar con la invitación a seguir encontrando en Dios la fuerza para asumir nuestra misión educativa con esperanza.

En el diálogo grupal la pandemia era un tema obligatorio, al igual que las respuestas que cada uno está dando desde su obra educativa a esta nueva realidad. Todos queríamos conocer un poco acerca del contexto de los presentes y esto nos permitió conversar con libertad acerca de algo tan íntimo e insondable como la experiencia de Dios y las nuevas luces que el tema del día aportaba al respecto. Encontré cada día un grupo de personas amigables, dispuestas a escuchar en mi precario inglés cómo Dios me había hablado al corazón. No todo el tiempo tengo con quien hablar acerca de esto así que era una oportunidad que esperaba con ansias cada día.

En esto último radica lo que pretendo hacia el futuro a partir del retiro “on earth as it is in heaven”. Reafirmo el valor de seguir abriendo espacios para que las personas podamos seguir discerniendo comunitariamente el paso de Dios por nuestras vidas, así que desde mi rol como líder de pastoral de un colegio Jesuita buscaré favorecer tiempos concretos como éste para que los jóvenes de mi comunidad, a quienes Dios habla cada día, aprendan a reconocer su paso y tengan la oportunidad de compartir con otros su experiencia.