El PPI (Paradigma Pedagógico Ignaciano) y su Vigencia Hoy Celebrando 30 años del PPI

“Era el peor de los tiempos, el mejor de los tiempos, la primavera de la esperanza,
el invierno de la desesperación”. – Dickens No. 159

 

En 1986 la comisión internacional del apostolado educativo de la Compañía de Jesús (ICAJE) publicó el documento Características de la Educación de la Compañía de Jesús. En la carta de presentación del documento el P. General Peter Hans Kolvenbach afirmaba que “este documento puede darnos a todos una visión común y un común sentido de nuestra finalidad”. Esta finalidad es “la persona armónicamente formada, que es intelectualmente competente, abierta al crecimiento, persona religiosa, movida por el amor y comprometida a realizar la justicia en un servicio generoso al Pueblo de Dios”. (No. 177). Este documento fue recibido con gran entusiasmo en los colegios pues brindaba un sentido de unidad y de tarea común que en definitiva reemplazaba la Ratio Studiorum de 1599.

Sin embargo, muy pronto la ICAJE recibió numerosas solicitudes que pedían orientaciones sobre la pedagogía que se debía practicar en el aula de clase y que fuera la encarnación coherente de las 28 características que se enunciaban. Nuevamente la comisión se puso a la tarea y en 1993 publicó Pedagogía Ignaciana: un Planteamiento Práctico, popularmente conocido como el PPI (Paradigma Pedagógico Ignaciano). En este nuevo documento se proponen “algunos aspectos de esta pedagogía que sirvan de introducción a una estrategia práctica sobre la enseñanza. El Paradigma Pedagógico Ignaciano que aquí se propone nos ayudará a unificar y concretar muchos de los principios enunciados en las Características de la educación de la Compañía de Jesús” (No.2).

El documento propone el PPI como el camino para lograr la formación integral o excelencia humana que el P. Arrupe, precisamente hace 50 años en Valencia, España, sintetizó magistralmente en la frase hacerse persona para los demás, a ejemplo de Cristo la verdadera persona para los demás.

En este sentido el PPI es el cómo, la manera de lograr este propósito. Para ello el documento propone 5 dimensiones o elementos que deben tomarse en cuenta en el proceso de enseñanza-aprendizaje: contexto, experiencia, reflexión, acción y evaluación. La manera como estas dimensiones se hacen presente en el proceso puede variar. El PPI no propone una secuencia invariable sino unas dimensiones que el educador de una obra educativa de la Compañía debe siempre incluir para promover un verdadero proceso de crecimiento y transformación integral de la persona: tener en cuenta el contexto en que se realiza el aprendizaje, es decir, el contexto de los estudiantes y el contexto más amplio donde se educan. El tomar en cuenta este contexto hace parte de la cura personalis, es decir, del cuidado, atención y respeto por cada uno de los estudiantes como ser único en comunidad.  El contexto permite crear las condiciones para una verdadera experiencia donde a través de una actividad se desata un proceso cognitivo y afectivo que genera un nuevo conocimiento. Sin embargo, el aprendizaje no termina allí. Esta experiencia debe ir acompañada de la reflexión que ayuda al aprendiz a profundizar en la experiencia tenida y así llegar a un nivel de aprendizaje más profundo y crítico. Pero “la reflexión de la pedagogía ignaciana sería un proceso truncado si terminase en la comprensión y en las reacciones afectivas. La reflexión ignaciana comienza precisamente con la realidad de la experiencia y termina necesariamente con esa misma realidad para actuar sobre ella… La reflexión solo hace crecer y madurar cuando promueve la decisión y el compromiso” (No. 62). Así el PPI quiere que el proceso educativo lleve a una acción como crecimiento humano basado en una experiencia reflexionada que transforma al estudiante y su entorno. Por supuesto, todo proceso educativo debe siempre ir acompañado de una evaluación permanente que retroalimenta el proceso, que hace que este se pueda mejorar y que se puedan detectar áreas necesarias de mejora. En este sentido la evaluación no es sólo académica sino integral pues debe estar orientada a la excelencia humana de que hablamos antes.

¿Qué no es el PPI?

Mucho se ha escrito sobre el PPI. Sin embargo, es importante descartar algunas interpretaciones que pueden oscurecer su uso o finalidad. El PPI no es:

  • Una metodología que sigue una secuencia de 5 pasos.
  • Un formato o plantilla para preparar o informar sobre las lecciones de clase.
  • Las 5 dimensiones del PPI no deben considerarse como pasos a seguir. Es verdad que el documento en el número 34 habla de pasos, pero en el contexto general del documento es claro que el término paso (entendido como una secuencia invariable) no es apropiado para describir la relación dinámica que debe existir entre estas dimensiones. Véase por ejemplo el número 60 donde se explica la relación dinámica entre ellos.

¿Qué es el PPI?

  • El PPI es un estilo pedagógico que nace y se nutre de la visión espiritual de Ignacio de Loyola expresada en los Ejercicios Espirituales. Como estilo pedagógico se puede y necesita combinarse con otras pedagogías para lograr el objetivo de ayudar en la educación integral de los estudiantes. “A través de los siglos se han ido integrando en la pedagogía de la Compañía un buen número de otros métodos específicos desarrollados más científicamente por otros educadores, en tanto en cuanto ayudan a los fines de la educación de la Compañía” (No. 8). La pedagogía ignaciana, desde el principio, ha sido ecléctica y se ha nutrido de diferentes métodos y pedagogías siempre utilizando la experiencia espiritual ignaciana como su criterio último de selección.
  • En este sentido, los 5 elementos del PPI se pueden describir mejor como dimensiones que deben siempre integrarse con las prácticas pedagógicas y métodos utilizados cualquiera que ellos sean. Estos 5 elementos se pueden encontrar en muchas de las pedagogías activas hoy. En este sentido lo que hace que el PPI sea ignaciano no son estas dimensiones sino la visión que la nutre y la finalidad que sirven. Por ello el PPI se debe siempre leer junto con Características y ahora con el documento más reciente de Tradición Viva (2019) que presentan la visión más amplia en la que se inserta la pedagogía ignaciana.
  • El PPI también es un “modelo práctico para saber cómo hemos de proceder en orden a promover los objetivos de la educación jesuita, un paradigma que sea significativo para el proceso de enseñanza-aprendizaje, para la relación profesor-alumno, y que tenga un carácter práctico y aplicable para la clase” (No. 21, ver también No. 75).
  • El PPI también es un instrumento para guiar al educador a preparar las mejores condiciones para el aprendizaje y elegir las actividades más pertinentes. “El paradigma encierra un potencial considerable para ayudar a los alumnos a relacionar las materias de cada asignatura, y a estas entre sí, y a integrar sus contenidos con lo ya estudiado” (No. 77).
  • El PPI constituye, para utilizar una expresión profundamente jesuítica, “nuestro modo propio de proceder en los colegios de la Compañía, acompañar a los alumnos en el camino de llegar a ser personas maduras… sabiendo que ha de adaptarlo y aplicarlo a nuestras propias situaciones específicas” (No. 29).
  • Finalmente podríamos decir que el PPI es, como su nombre lo indica, un paradigma, es decir, una visión que ofrece la base y el modelo para articular la pedagogía ignaciana.

But is the IPP still relevant in today’s context?

El PPI fue publicado hace 30 años. Es verdad que en muchos sentidos nuestro contexto ha cambiado. El documento Tradición Viva reconoce muchos de estos nuevos elementos. Incluso, podríamos argumentar que el arte y ciencia de la pedagogía ha evolucionado enormemente y hoy sabemos mucho más de cómo se pueden crear mejores condiciones de aprendizaje y desarrollar una mejor enseñanza. Por ejemplo, los avances en los estudios del cerebro con la neuro didáctica, las nuevas tecnologías del aprendizaje, la inteligencia artificial, la internet y muchos otros avances hacen que haya propuestas pedagógicas nuevas que integran mejor estos nuevos conocimientos y avances. Entonces, ¿sigue siendo el PPI relevante para nuestros colegios?

Creo que la respuesta es sí. El PPI sigue vigente pero sólo si lo entendemos en su sentido verdadero como se ha explicado anteriormente. Si se entiende como pasos, plantilla o metodología tiene poco que ofrecer ante metodologías mucho más potentes hoy. Si se entiende como estilo pedagógico, modelo, guía y modo nuestro de proceder sigue vigente. Un ejemplo puede ayudar a ilustrar este punto. ¿Cómo puedo como profesor de biología, o educador en un equipo que trabaja con proyectos pedagógicos integrados aplicar el PPI? Lo primero, siguiendo nuestra tradición pedagógica, es “salir de compras” y visitar el mercado pedagógico para discernir los mejores métodos y pedagogías disponibles para aprender biología o participar en proyectos pedagógicos. Ello nos puede llevar a utilizar metodologías neo-constructivistas, de inteligencias múltiples o escuelas inteligentes. Pero si queremos hacerlo al estilo ignaciano y propio de nuestra tradición pedagógica el PPI se convierte en una herramienta indispensable para ello en dos sentidos. Primero el PPI nos servirá para que la visita al supermercado educativo se haga con criterio. No estamos buscando cualquier ingrediente, o el que está de moda… estamos buscando ingredientes que nos sirvan para la finalidad que buscamos en educación y dentro de nuestro modo de proceder. El PPI nos sirve como criterio fundamental (junto con Características y Tradición Viva) para encontrar estos ingredientes y no perder el sabor ignaciano. Segundo, el PPI nos sirve para potencializar e “inculturar” estos nuevos ingredientes, métodos o pedagogías de una manera apropiada a nuestra tradición. Es decir, debemos utilizar los proyectos pedagógicos desde una visión y una práctica ignacianas. Para ello el PPI se convierte en una herramienta fundamental en compañía, como hemos dicho de los otros dos documentos, Características y Tradición Viva. El P. General Sosa lo ha explicado bien: “Una Tradición Viva no sustituye los documentos anteriores (Características y PPI), sino que los complementa y actualiza como un ejercicio continuo de discernimiento. Los tres deben tomarse juntos como el marco contemporáneo de la educación jesuita” (Carta presentado el documento Tradición Viva, 5 de noviembre de 2019).

El P. Johnny Go SJ y la Sra. Rita J. Atienza han publicado un libro importante que refleja muy bien este ejercicio continuo de discernimiento y en concreto como el PPI se puede integrar hoy con los desarrollos pedagógicos más contemporáneos. En su libro “Aprender por Refracción: Una guía docente para la Pedagogía Ignaciana del siglo XXI” (Ediciones Mensajero, 2020) los autores presentan una interpretación actual del PPI en un diálogo con los avances pedagógicos actuales. El libro representa un nuevo ejercicio ecléctico de discernimiento donde se integran las nuevas pedagogías desde la visión ignaciana y se ponen al servicio de la finalidad que buscamos en educación. El libro ayuda a un PPI actualizado para ayudar a los alumnos actuales a convertirse en agentes transformadores de sí mismo y de su entorno, verdaderas personas para y con los demás. La pedagogía ignaciana nos impulsa a aprender haciendo y a responder siempre creativamente a los nuevos contextos. Aprender por Refracción deja muy claro que el PPI sigue vigente y que nos ayuda a integrar nuevas propuestas pedagógicas que sirven para invitar a nuestros estudiantes a hacerse personas para y con los demás a ejemplo de Cristo como lo predicó el P. Arrupe hace 50 años. No hay duda el PPI sigue vigente y nos ayuda a caminar y avanzar.

AMDG