Diálogo Familiar Para Fortalecer La Convivencia en Casa

By Ana María Vargas Álvarez
Oct 20th, 2020

Como familia compartimos la misma barca y en ella navegamos sobre el río de la vida. Sin embargo, este río no siempre está en calma, a veces se agita en la turbulencia del conflicto. En este artículo, escrito por Sandra Milena Cogua, Coordinadora de Área Ciencias Sociales en el Colegio San Bartolomé la Merced en Colombia, presentamos algunos recursos de diálogo que nos permitirán mantener a flote la barca familiar cuando pasamos por la corriente del conflicto. Si prefieres también puedes descargar la versión en PDF de los recursos de diálogo que presentamos a continuación.

Para mantenernos a flote necesitamos coordinación y toda acción coordinada requiere de diálogo. Transformar y cualificar nuestras pautas de conversación en en situaciones de tensión a través de la expresión genuina de nuestras emociones, nos permitirá construir de manera conjunta, nuevas alternativas de relación sin importar la fuerza de la corriente.

Hasta hace poco, los miembros de la familia contábamos con la libertad de decidir cuándo bajar a tierra firme. Durante la mayor parte del día solíamos tomar rumbos distintos y retornábamos a la barca original sólo para descansar. Sin embargo, el confinamiento nos aleja de la orilla,
haciendo que para algunos el bote se sienta más estrecho y pesado al llevar a bordo su carga laboral y educativa. Así mismo, la carrera contra el tiempo hace que entablemos diálogos superfluos o poco asertivos cuando queremos resolver las diferencias.

Los malos entendidos que surgen de la prolongada permanencia en casa, se nos presentan como un reto para reconocer aquellas situaciones o actitudes que pueden aumentar las tensiones y así, modificarlas a tiempo.

 

  • Revisar nuestro diálogo interior

Muchos conflictos surgen de las suposiciones que hacemos sobre las intenciones y actitudes de los demás. Esto restringe la capacidad de escucha como si tuviésemos la cabeza sumergida en el agua del río, pues ocupamos la mente inventando relatos sin fundamento y perdemos de vista el horizonte. Tomar conciencia de tu diálogo interior te ayudará a reconocer esos pensamientos conflictivos que te agobian y que no son producto de la situación real sino de la historia que estás creando en tu cabeza. Para liberarte de ella conviene expresar abiertamente tus inquietudes
sin hacer juicios de valor.

  • Hablar con sinceridad

Es posible que un miembro de la familia se sienta agotado al considerar que ha remado sólo durante mucho tiempo. A su vez, otro familiar puede pensar que nunca es tenido en cuenta para definir el rumbo de la barca. Esto sólo se puede reconocer cuando se toma la decisión de
hablar abiertamente de las emociones y pensamientos, así es más fácil obtener una mutua comprensión.

 

  • Escuchar atentamente

Una verdadera escucha nace del interés auténtico por el otro. Esto implica abandonar la costumbre de buscar argumentos para responder mientras la otra persona continúa hablando, pues así sólo agregas más ruido a la situación y terminas recibiendo tu propia distorsión. Ninguna tempestad es igual a otra, por eso no vale la pena perder tiempo tratando de hacer un recuento de todos los conflictos del pasado como argumentos para ganar en la discusión presente. Si la familia se escucha sin estar a la defensiva, se benefician todos.

  • Cuidar el volumen y las palabras

Un conflicto puede aumentar su intensidad debido a la forma en la que decimos las cosas. Conviene expresar nuestro punto de vista sin recurrir a los gritos ya que en situaciones de tensión estos son recibidos como una agresión. De igual forma, las palabras ofensivas y el uso de señalamientos directos hacia el otro con expresiones como tú siempre o tú nunca, cierran la posibilidad de diálogo. Ninguna persona es en sí misma el conflicto, son las acciones o actitudes puntuales las que lo desencadenan. Pongamos el foco en hallar una solución a los problemas y no en cambiar a las personas. De esta manera, nos hacemos participes de la creación de alternativas de convivencia y no cargamos a nadie con culpas. Recuerda, podemos llegar más lejos si remamos juntos en un ambiente de respeto.

  • Buscar el sostenimiento armónico de la relación

Tomar conciencia de la permanencia de los vínculos familiares en el tiempo nos hace más conscientes del valor que tiene contribuir en la construcción de acuerdos durante un conflicto. Como familia continuaremos compartiendo la vida juntos, incluso cuando llegue el momento de abandonar la barca. Esa certeza nos ayudará a crear diálogos más propositivos sin quedarnos atascados en problemas pasajeros.

  • Dialogar, no debatir

Cuando te empeñas en tener la razón usando argumentos que dejen al otro en situación de perdedor, lo que en realidad ocurre es que pierden todos al acumular rencores que más adelante saldrán a flote en forma de un nuevo conflicto. En un verdadero diálogo ninguna experiencia de vida se debe imponer sobre la otra desde el campo de las certezas. Por el contrario, el diálogo requiere una permanente disposición de apertura para conocer y valorar la realidad del otro. El diálogo es un espacio de encuentro, no una competencia, es una oportunidad para desarrollar tu
capacidad creativa y reinventar la relación. Recuerda que cada integrante de la familia ocupa un lugar especial en la barca y por esto tienen diferentes perspectivas.

  • Aprender a cerrar las conversaciones

Retirarte abruptamente, tirar la puerta o quedarte en absoluto silencio, son actitudes que incrementan la tensión emocional. Igual que las enormes piedras obstaculizan el paso de la corriente, esto te impide avanzar en el restablecimiento de las relaciones. Por esto, es necesario construir algunos acuerdos antes de cerrar el diálogo. Sabemos que a veces las situaciones llevan consigo una fuerte carga emocional. En ese caso, es válido hacer una pausa para respirar y controlar el remolino de sentimientos que te llevan a asumir una actitud reactiva frente al otro ya que esto puede terminar por hundirlos aún más en el conflicto. En este caso, el acuerdo puede ser retomar el diálogo más adelante, siempre y cuando esto no implique evadir la realidad y fingir una falsa tregua.

  • Reconocer el conflicto

Los conflictos hacen parte natural de las relaciones humanas, esto derrumba la pretensión de estar de acuerdo en todo o terminaremos frustrados. Si trabajamos en cualificar nuestros diálogos podremos asumir las diferencias con mayor tranquilidad y fortalecer las relaciones al descubrir el potencial creativo que genera el encuentro con lo distinto.